El desorden estanca la energía.
Si deseamos traer armonía a nuestros espacios, es muy importante observar si existe limpieza, orden, claridad o lo que se llama un vacío adecuado. Un error muy común es precipitarse y colocar apresuradamente, objetos con la intención de curar y mejorar un espacio sin que exista una base adecuada. Proceder de esta forma, puede potenciar el caos, abriendo paso a la amplificación de aspectos no equilibrados o negativos.
Por desorden se entiende la acumulación de objetos inútiles que impiden el flujo de energía dentro del sitio en estudio. El primer paso para cualquier corrección importante de Feng Shui es eliminar el desorden, la suciedad o la simbología desequilibrada dentro del espacio. El vacío, la limpieza, la belleza y orden natural son siempre los mejores precedentes para asentar correcciones y curas de Feng Shui.
El desorden genera caos en nuestras vidas y puede hacernos sentir desorganizados y fracasados. Nos puede causar pesadez física y emocional. Al trabajar el desorden externo de la vivienda o el lugar de trabajo, surge una sensación de mayor claridad y vitalidad.
El Feng Shui estudia cómo organizar el mundo exterior para desarrollar un mejor mundo interior. Cuando nuestro mundo interior cambia, queda reflejado en el exterior. Nuestra casa es una representación de lo que está pasando dentro de nosotros, así que si esta desarreglada este desorden corresponde a la incoherencia interna. Cuando el espacio disponible está lleno de anarquía, bloqueamos la energía y nuestros pensamientos tendrán tendencia a ir al pasado, no permite vivir el presente y no habrá cabida para el futuro.