¿Por qué tener control emocional?
Las emociones son reacciones que todos experimentamos: alegría, tristeza, miedo, ira, ansiedad, entre otras y suelen estar asociadas a estímulos desencadenantes. Son parte de nuestra vida y nos proporcionan la energía para resolver un problema o realizar una actividad nueva. Actúan como resortes que nos impulsan a llevar a cabo metas y satisfacer nuestras necesidades.
Las emociones, como reacciones temporales, finalizan cuando lo hace el estímulo. Son intensas al principio y a medida que la situación se aleja en el tiempo, van disminuyendo. Sin embargo, hay personas que tienden a provocar estados emocionales muy frecuentes, de gran intensidad y duración. De manera consciente o no mantienen entonces un estado de ánimo que permanece a pesar de que la situación inicial ha desaparecido, lo que puede tener un alto coste para la salud por agotamiento de recursos.
La reacción emocional también puede estar asociada a una representación mental de dicho estímulo sin que este se haya llegado a producir. Algunas de las reacciones fisiológicas y comportamentales que desencadenan las emociones son innatas, mientras que otras pueden adquirirse. Unas se aprenden por experiencia directa, como el miedo o la ira, pero la mayoría de las veces se aprende por observación de las personas de nuestro entorno.
Nuestra reacción emocional es directamente proporcional a nuestra valoración cognitiva. Para aprender a regular nuestras emociones debemos agudizar la percepción, comprensión y análisis de las mismas. Debemos tener estrategias para identificar, comprender y aceptar los estados emocionales positivos y negativos y proporcionar técnicas de control emocional para regular las emociones sin exagerarlas o evitarlas bajo las situaciones que se producen.